El juego lascivo con el poder está particularmente bien sazonado, cuanto más precisamente sabes lo que los demás no saben. La mejor especia del mundo es el hambre.
La composición de hierbas finamente ajustada está hecha a mano. El resultado es una experiencia gustativa tan armoniosa y redondeada como intensa, que además se ve estimulada por la suave textura de los platos. Sin ciencia espacial, ¡pero mágicamente bueno!