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Escenario de guerra, la primera novela de Andrea Jeftanovic, nos entrega una historia construida a partir de los recuerdos fragmentados que recoge la memoria, imágenes, impresiones, sensaciones que se visitan bajo el imperativo de una ansiosa búsqueda de lo simbólico. Para ello, recurre a un lenguaje preciso, articulado en función de la frase breve: "Las cosas que mamá dice que no repita, las escribo en mi cuaderno para que no se me olviden. Voy anexando palabras que suenan bien entre sí, dibujando su significado con cuidadosa caligrafía". Sus descripciones caen como gotas de agua, mínimas, e inevitablemente horadantes. Nos cuentan en primera persona sobre las impresiones de la protagonista, una niña que abandona la voz infantil para hablar desde cierta vejez ancestral. Ella afirma: los hijos son el público preferido de los padres; y es que le ha sido asignado el papel de espectadora involuntaria de esa vida que pasa delante de sus ojos, que es la suya y también la de los suyos, en una enrevesada trama, donde los límites no son claros. Y aunque la niña crece, no deja de ser hija, descendiente, ni de estar atrapada en la red donde ha sido colocada por un azar implacable.
Andrea Jeftanovic convence al escribir (...). Claramente su escritura no ha optado por lo fácil y Escenario de guerra está lejos de ser un relato simplón sobre las penurias de lo femenino. Más bien, la escritora indaga en las estructuras de la identidad y con el soporte de una postura literaria, arma su puesta en escena.
Javier Edwards Renard
Revista de Libros de El Mercurio
Andrea Jeftanovic convence al escribir (...). Claramente su escritura no ha optado por lo fácil y Escenario de guerra está lejos de ser un relato simplón sobre las penurias de lo femenino. Más bien, la escritora indaga en las estructuras de la identidad y con el soporte de una postura literaria, arma su puesta en escena.
Javier Edwards Renard
Revista de Libros de El Mercurio
"No aceptes caramelos de extraños" son cuentos que se refieren al peligro que se corre al traspasar los límites de lo permitido. Once relatos en torno a historias de padres e hijos, hermanos y parejas en situaciones extremas. Historias en primera persona que ahondan en la subjetividad hasta la última partícula de ese individuo que intenta aferrarse a la vida. Todos estos cuentos son relatos crudos en los que no hay juicios morales y están escritos en esa delgada línea entre eros y tánatos, la sensualidad y la muerte. El cuerpo en los relatos de Andrea Jeftanovic son siempre un escenario ineludible, ahí la normalidad experimenta sus abismos y se viven peligros de todo tipo. La autora cultiva como pocos hoy en día el verdadero erotismo, gracias a su estilo atrevido y elegante que sugiere, suscita, trastoca. Leer estos cuentos es un placer peligroso y marginal.
Aquí se analizan estética e ideológicamente diferentes historias, donde la voz de la infancia es utilizada como una estrategia literaria que, mediante un artificio –la perspectiva infantil en manos de un autor adulto–, despliega procesos de subjetivación y empuja el lenguaje y el imaginario a límites y zonas insospechadas.