Las acciones se despliegan en Cañuelas, González Catán, Buenos Aires, Vicuña Mackenna, Madrid y París. No obstante, lo central son los paisajes interiores de estas dos caras que la autora ha elegido para dar a conocer sus emociones.
El formato merece una mención: la historia se cuenta mediante breves cartas que dejan constancia de algunos pocos acontecimientos, mientras los días y los años se suceden entre largos períodos de espera donde las estaciones de la vida nunca se detienen.
Cada epístola viene del pasado y está escrita para corporizarse en un otro, hasta aquellas que hoy son arrojadas como una botella a los mares digitales. Un libro es, en este sentido, una quimera que marcha anhelante en pos de un lector. La presente historia está fechada con la inocencia y la idiosincrasia de una época, pero la lucha por la integridad atraviesa todos los tiempos. Ojalá que este intercambio encuentre a los destinatarios de lo que Miguel y Margarita tienen para compartir.
Nació en diciembre de 1953. Es profesora de yoga. Desde 2005 se dedica a la pintura artística.
Hace cinco años que escribe cuentos y microrrelatos. Participó en distintas antologías: Entrelazados, 2015; Detrás de la palabra, 2016; Letras de facebook 13, 2015; y Una casa para siempre, editada en Perú en 2017. Obtuvo menciones de honor en el Premio Guka de microrrelatos, en los años 2015 al 2017.
En 2019 publicó su primer libro de microrrelatos: Libélula (ed. Luvina).
Organiza, junto a Claudia Cortalezzi y Fabián Rossini, el ciclo de lecturas Mateada literaria en Uribe, que se lleva a cabo en Uribelarrea (provincia de Buenos Aires, Argentina) desde 2018.