Introducción de Álvaro Alonso, profesor titular en la Universidad Complutense de Madrid.
El siglo de Carlos I y de Felipe II también fue el siglo de fray Luis de León, uno de los poetas más relevantes del Renacimiento español y el gran maestro -junto a sus contemporáneos fray Luis de Granada, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz- de la mística española, para los que la poesía debía ser «una comunicación del aliento celestial y divino». El anhelo por lo inmortal y puro del alma, la búsqueda de Dios, los temas morales y el ascetismo recorren sus versos, inspirados por la fe y consumados desde el genio.
Su escasa producción fue rescatada por Francisco de Quevedo y publicada por primera vez en 1631. Gracias al poeta conceptista han llegado a nuestros días las poesías extraordinarias de Fray Luis de León, recogidas y debidamente introducidas en esta edición por Álvaro Alonso, profesor titular en la Universidad Complutense de Madrid.
Fray Luis de León, nacido en 1527 o 1528 en Belmonte, es uno de los poetas más relevantes de la literatura en lengua castellana, así como una figura caudal en el marco del Renacimiento español, aun y con su escasa obra, que tuvo que rescatar Francisco de Quevedo. Perteneció a la Orden de los Agustinos, y las enseñanzas morales y ascéticas de su congregación traslucen en su obra lírica. Fue, además, de un hombre docto, gran estudioso de la filosofía y la teología, llegando a impartir clases en la Universidad de Salamanca, donde ostentó también las cátedras de santo Tomás y la de las Sagradas Escrituras. Tras su muerte en Madrigal de las Altas Torres en 1591, sus restos fueron trasladados a la Universidad de Salamanca.