Nací un día primero de noviembre de mil novecientos treinta y cinco, en un lugar llamado Rancho de la Luz Nagore, Municipio de Huajolotitlán, Distrito de Huajuapan de León, Estado de Oaxaca, México. Según el Acta de Nacimiento, mi nombre completo es: Manuel de Jesús Rivera Sandoval y soy el quinto hijo de un total de doce hermanos. Mis padres: Zenón Rivera Hidalgo y Rosa Sandoval García, ambos campesinos mestizos de origen Mixteco. Aunque nací en el rancho ya citado, formado por aproximadamente treinta familias (en aquella época), realmente crecí en “El Temazcal”, un lugar de la Sierra del Nudo Mixteco, cuarenta o cincuenta kilómetros rumbo al oriente. La infancia para mí fue triste y cruel, pues tengo entendido que al mes de nacido mis padres se cambiaron a las montañas, con la esperanza de mejorar su situación económica, dedicados de lleno a la agricultura por cuenta propia, pues hasta antes de eso mi padre fue jornalero y mi madre solo ama de casa. Hasta los ocho años no supe qué era diversión. Jamás tuve un juguete y mucho menos conocía radio o televisión; sólo trabajo, mucho trabajo y muchos azotes por parte de mi padre. Las jornadas laborales normalmente empezaban a las cuatro de la mañana y hasta que se ocultaba el sol, en ocasiones aun parte de la noche; en tiempos de cosechas el trabajo se iniciaba en seguida de la media noche. Mi vida en la sierra fue un caos; enfermedades, hambre, mucha hambre, mucha pobreza y maltratos, eso sí sobraba. Labrar la tierra y cuidar ganado (reses, cabras, caballos, burros y aves) ese era nuestro pasatiempo. ¿Estudiar? ¡Qué es eso! Ignoraba completamente la existencia de escuelas. No había ilusiones ni sueños ni nada. Cuarenta o cincuenta kilómetros a la redonda no existía más vida humana que la propia familia. Las noches se hacían eternas toda vez que la única luz era la hoguera con que se cocinaba y si bien nos iba, alguna lámpara de petróleo, o quizás una vela.