«Perdono a todo el mundo y muero sin tener el más pequeño remordimiento contra nadie» dice a uno de los jesuitas que le acompañan en sus últimos momentos. Luego se dirige a los soldados indígenas que forman el piquete de ejecución y les hace un ruego: «No me disparéis a la cabeza porque he estudiado mucho.»
Tras su muerte se convirtió en un verdadero icono del independentismo y de la libertad filipina.
La presente edición contiene los documentos procesales del enjuiciamiento de José Rizal y varios anexos con documentos. Entre otros, los: