Guacanajarí, que hasta el momento convivía felizmente con Ainaima y sus hijos, cae enamorado de una hermosa extranjera. Pese a que establece una alianza con Cristóbal Colón, los abusos de los conquistadores provocan que sus súbditos, liderados por el cacique Caonabo, se rebelen valientemente. El rey, que se opone al ataque, es herido de muerte por Caonabo y, cuando regresa Colón a la isla con numerosos refuerzos, percibe que se acerca su final y el de su pueblo. Arrasadas las tierras de sus ancestros, muertos Ainaima y sus hijos, perdida la esperanza de volver a ver a la extranjera, Guacanajarí ciñe justo antes de morir su corona de oro en la frente al gran Caonabo, pues comprende que el cacique, apresado a su vez por los extranjeros, no pretendía sino salvar a los suyos.
Guacanajarí narra los hechos acaecidos desde el sepulcro; así concluye el cuento: "el alma se separó del cuerpo y dormí en el sepulcro hasta hoy, que el destino quiere que cante por última vez los días de mi triste vida".
Anacaona nos lleva a un majestuoso relato, narrado desde el fondo de su alma, con tal sentimiento que nos hace sentir en nuestra propia alma su dolor, tal como ella misma concluye: "Los ojos los fijé en el cielo, y el espíritu, lleno de caridad y de justicia, puro como las aguas del Juna, a donde nací, se desprendió de la cárcel que lo encerraba para subir a la eternidad de los inmortales…"
Quibiam, gran cacique guerrero, no pudo ser vencido por su poderío y su gran valentía para el combate. Se enfrentó contra las expediciones de los españoles por casi nueve años. Mediante un ardid fue capturado, pero por su astucia logró escapar y reunirse con sus guerreros y durante varios años luchó contra los españoles. Hay hipótesis que señalan que Quibiam es el mismo cacique llamado Urracá del gran cacicazgo de Veragua.
Varios siglos han pasado desde sus muertes, pero la onda de los siglos han detenido su interminable movimiento, y en las eternas noches ha penetrado el rayo divino de la inspiración, para inmortalizar la historia de los desventurados reyes de Kiskeya, Ayiti y de Veragoa y la generación infeliz de sus valientes tribus. El canto de estos valientes lo escuchará el mundo, y durará para siempre, mientras el sol alumbre la tierra…
José Güel y Renté, periodista, político y escritor nacido en Cuba, descendiente de padre catalán y esposo de la infanta española María Josefa Fernanda Borbón y Borbón, hermana del rey consorte Francisco de Asís de Borbón.
Nace en La Habana en 1818 y fue bautizado en la iglesia parroquial del Espíritu Santo el 14 de septiembre de 1818, hijo de padre catalán y de madre oriunda de la villa de Guanabacoa. Cursó la primaria en el colegio de Cubí y Soler y el bachillerato en el Seminario.
En 1838 se graduó de doctor en Derecho Civil en la Universidad de Barcelona. En Valladolid contrajo matrimonio con María Josefa Fernanda Borbón y Borbón, hermana del rey consorte de Isabel II, don Francisco de Asís de Borbón. Con su arrogante figura, notable inteligencia y grandes condiciones de carácter, el doctor Güell supo vencer todos los obstáculos que se le presentaron para contraer matrimonio y consigue casarse con ella en secreto.
Güell publicó en "El Globo" los numerosos disgustos que sufrió para poder contraer matrimonio con la referida Infanta.
Trayectoria como escritor
Colaboró en el periódico La Guirnalda (1842), de Matanzas.
Durante su estancia en España colaboró como periodista y poeta en "El Heraldo", "El Clamor Público", "El Tiempo", "Ilustración Española y Americana" y otros diarios madrileños.
Varias de sus obras fueron traducidas al francés y al italiano.
Obras
Amarguras del Corazón (1843)
Lágrimas del Corazón (1848)
Leyendas Americanas (1856)
La virgen de las Azucenas (1858)
Leyenda de Monserrat (1866)
Poesías (1881)
Néludia (1872)-(1873)
Fallece en Madrid, el 20 de diciembre de 1884.