La palabra de los añuu / Añunnükükarü: Vocabulario de la lengua y el sentipensar de los hombres de agua

· Sultana del Lago, Editores
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"Breve explicación del propósito y uso de este libro.

Antes que nada, lo primero que debemos dejar bien claro es que este Libro no es, en modo alguno, un diccionario lingüístico. Esto, que a simple vista pareciera ser contradictorio, ciertamente no lo es, ya que ni por su forma ni por su contenido ha pretendido regirse por las normas o modelos tradicionales de los diccionarios que todos conocemos y usamos; y porque además, siendo radicalmente honestos, no ha sido escrito por alguien que pretenda asumirse como lingüista (por lo menos, no un lingüista como algunos que conocemos

), ni mucho menos, que escriba para lingüistas como esos. 

Así, lo que pareciera proveer argumentos para descalificar nuestro esfuerzo como no lingüístico y, por ende, supuestamente no científico, es justo lo que nos permite asentar el propósito de nuestro trabajo, pues, lo que en efecto hemos pretendido demostrar es que los términos y expresiones de una lengua constituyen la manifestación verbal y simbólica del pensamiento de la cultura que así la ha configurado. Por supuesto, tal configuración supone una lógica particular o propia, que siempre es correspondiente a la perspectiva o lugar de ver el mundo de la comunidad que la ha creado, pues, tal perspectiva y su lógica correspondiente, son las que orientan y determinan la creación de términos y expresiones con que el grupo nombra y explica el mundo.

Vale decir, nuestro propósito no es explicar normativas gramaticales como si esto fuera el fundamento único de cualquier lengua en general, y de la lengua añuu en particular; sin embargo, a lo largo de su exposición nos esforzamos en nunca dejar de lado el intento de describirlas; pero, siempre lo hicimos en función de precisar al interior de los más de mil términos y expresiones que aquí ofrecemos, la forma en que en la estructura de los mismos se hace presente la lógica generada por la perspectiva o lugar de ver el mundo y desde donde los añuu nombran y explican su sentipensar que así, hace visible y presente de manera permanente el ejercicio de su territorialidad.

Dicho de otra manera, nuestra preocupación se ha centrado en la forma cómo la lógica de la lengua añuu configura los términos y el uso de los mismos para expresar el sentipensar que han conformado como materialización simbólica de su territorialidad; por tanto, lo que nos interesa, por sobre todo, es la descripción de su estructura en relación a sus implicaciones significativas o semánticas, es decir, lo que nos ha importado es lo que la lengua dice acerca de sí misma como palabra del sentipensamiento que la ha creado.

En este sentido y, de acuerdo a una tradicional definición disciplinaria, a lo mejor, nuestro trabajo pareciera aproximarse a lo que se entiende como un estudio etimológico, en este caso, de la lengua añuu, más que a la descripción de las funciones gramaticales de los términos presentados como muestra. En efecto, desde hace un buen tiempo la disciplina lingüística abandonó casi por completo los estudios etimológicos, pues, al parecer de los lingüistas, la etimología lingüística ha sido superada por la flecha del tiempo, sobre todo, porque asumen que la ciencia es una creación originariamente dada en un único lugar y, por lo mismo, propiedad única de quienes en ese lugar la generan como saber universal; por ello, tal como todas las otras disciplinas científicas así creadas, la lingüística considera que su labor no puede ser otra que la de encontrar reglas o leyes universales que permitan, desde un mismo y único modo de conocer, explicar todas las lenguas de todos los pueblos y culturas que en el mundo existen; por ello, falsamente llegan a creer e imponer, que sólo la licencia de lingüistas les otorga el poder de saber explicar cualquier lengua de cualquier pueblo del mundo, aún sin conocer y, sobre todo, desconociendo el sentipensar del pueblo que la ha creado, porque para estos acreditados lo que en efecto les convierte en científicos es, precisamente, su destreza en separar la lengua de la gente que la habla.  

A pesar de lo dicho, para nada tememos aceptar que nuestro trabajo pueda estar, de alguna forma, relacionado con la necesidad de establecer el origen de cada término de nuestro vocabulario, pues, en efecto, a lo largo de todo este Libro Segundo no hacemos otra cosa que analizar en su estructura la composición de cada vocablo o expresión de la lengua, en función de demostrar la lógica del sentipensar de la cultura para configurar sentidos y significados que así, se conforman como expresión de su particular territorialidad. 

Pero creemos poder explicar mucho mejor esto con un ejemplo sencillo. Así, pongamos por caso, la expresión añuu karoorare. Con respecto al mismo, tendríamos que decir que se trata del nombre otorgado a un lugar cuya principal característica es la condición de ser o contener un gran espejo; esto podemos saberlo por cuanto el nombre ha sido creado mediante el prefijo ka- que indica la propiedad o condición que posee, en este caso, el sustantivo -roo- espejo, que inmediatamente es modificado por el aumentativo –ra- y que finalmente es marcado como lugar o sitio específico por el sufijo final –re. De tal manera, pues, karoorare no es otra cosa que el lugar que tiene o posee el gran espejo, y tal es el nombre que originariamente los añuu otorgaron al gran Lago de Maracaibo que, como vemos, fue configurado verbalmente por cómo es visualizado, esto es, como el sitio que posee la condición de ser o contener el inmenso espejo de las aguas y no como las aguas que pertenecen a Maracaibo ni a nadie en particular. 

Es de esa manera que intentaremos abordar cada uno de los términos y expresiones de nuestro vocabulario; pero en fin de cuentas, y en todo caso, para nada nos atemoriza asumir la definición con la que los especialistas de la colonialidad del saber lingüístico en su predecible comportamiento, intenten encasillar nuestro esfuerzo, pues, ya lo hemos dicho: no somos lingüistas y porque, tal como dicen los añuu, nosotros sólo hemos sido alentados por el gran padre viento a aprender de las ancianas y ancianos añuu a ser, humildemente, sólo una mano, esto es, a ser gente (añuu) que necesita y quiere pensar por sí misma, y así poder actuar autónomamente y en función de su autonomía. 

Pero además, hemos dicho que nuestro trabajo no está dirigido exactamente a la comunidad científica de lingüistas, sino sobre todo, a cualquier persona interesada en aprender acerca de la lengua y la cultura de los hombres de agua; pero por sobre todo, nos interesa que los actuales añuu no hablantes de su lengua materna, puedan reencontrarse con ella desde el sentipensar que la misma encierra, paso fundamental para la recuperación de su dignidad como pueblo, de la que han sido histórica y continuamente despojados.

Por mejor decir, nuestro trabajo, especialmente contenido en este Libro Segundo, está dirigido a todos aquellos pobladores añuu con una formación escolar suficiente que, pensamos, hace posible su lectura y comprensión. Así, lo hacemos en función de ofrecerles la posibilidad de leer y escuchar

, no sólo un conjunto de palabras y expresiones del idioma materno ya olvidado como consecuencia de una acción etnocida y despojo territorial largamente padecido, sino como camino de recuperación de la territorialidad, esto es, de la autonomía, mediante su reencuentro con el sentipensar originario de la cultura. 

Tal propósito nos exigió, entre otras cosas, un formato de presentación en el que el modelo tradicional para contenidos de esta naturaleza queda prácticamente exiliado. Por sólo mencionar un aspecto, en todo momento nos eximimos de usar abreviaturas para marcar o definir funciones gramaticales de los términos analizados; en todo caso, señalamos de manera directa si se trata de un nombre, verbo, adjetivo, adverbio, etcétera. Esto, en modo alguno es mera impostura, sino que resulta del propósito antes señalado, es decir, nuestra labor está orientada a provocar el encuentro del lector (fundamentalmente añuu no hablante del añunnükü), más con el pensar que cada término encierra en su significación para la cultura, que con una eventual traducción de los mismos al castellano, pues, si somos honestos, ésta tarea siempre resulta difícil dadas las diferentes perspectivas de ver el mundo de cada una de las lenguas y culturas.

Pero, además, la idea de presentarlo de esta forma busca inducir una lectura corrida, por así decirlo, ya que pretendemos que el lector pueda avanzar término a término, y expresión por expresión, guiado, mucho más por el pensamiento que encierra cada uno de ellos que por la función gramatical de los mismos. Por eso, y como será evidente, es posible que nos explayemos en la explicación de algunos vocablos más que en otros; por mejor decir, dada la perspectiva desde la que son estructurados, los nombres y los verbos siempre exigen una explicación más amplia que aquellos que representan elementos estrictamente gramaticales como las preposiciones y conjunciones, por ejemplo. Y, como se verá, mucho más amplia se hace la explicación cuando se trata de nombres y verbos estrechamente vinculados al origen del horizonte ético u ontología política de la cultura.   

Finalmente, cuando lo hemos considerado conveniente, acompañamos el contenido con ilustraciones e imágenes de aquellos elementos materiales, culturales y, sobre todo, de la naturaleza, vegetación y fauna de la región, especialmente de ésta última, porque en buena parte, sus especies han desaparecido de la zona. Buscamos con ello, no sólo un efecto estético sino, sobre todo, que el lector añuu se confronte con la memoria de su territorio evidenciada en las imágenes de ese anterior universo animal y vegetal que ciertamente hoy, prácticamente, ya no está o ha sido modificado.

Por todo lo dicho, insistimos en señalar que este no es un diccionario añuu-castellano, sino más bien, y en todo caso, un resumido vocabulario del sentipensar añuu, alfabéticamente organizado con todos aquellos términos y expresiones que lo ponen de manifiesto. Así lo hemos hecho, esperanzados de que al leerlo y escucharlo, los añuu puedan reencontrarse a sí mismos en su cosmovisión, esto es, con el pensar de su corazón, como justo camino para que desde la consciencia de su dignidad y autonomía, puedan así recuperar su paso y, por esa vía, continuar el sendero de su lucha de resistencia y re-existencia comunitaria. 

Así, pues, he aquí hermanos, el sentipensar del corazón añuu expresado en su lengua."    

José Ángel Quintero Weir

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About the author

José Ángel Quintero Weir nació en Maracaibo el 31 de julio de 1955. Licenciado en letras (LUZ, 1986), profesor universitario, gerente cultural y escritor (novelista, cuentista, ensayista y humorista). Magíster en Estudios Latinoamericanos con especialidad en Lenguas y Cultura Indígenas (UNAM), con la tesis Lengua y pensamiento de los hombres de agua y doctor en Estudios Latinoamericanos (UNAM), con la tesis Wakuaipawa / Chiyibarikaëg. Lengua, cosmovisión y resistencia indígena en la cuenca del lago de Maracaibo. Pertenece a la generación del 70  y fue miembro del grupo Guillo (1973-1977), del Taller de Telémaco (1978) y del Movimiento de los Poderes Creadores del Pueblo Aquiles Nazoa (1980). Asimismo, fue uno de los fundadores del grupo En Ristre y de la revista homónima; formó parte del equipo de redacción del suplemento ?La Foja» del diario El Zuliano (1983) y del suplemento «Mar de Leva» encartado en el diario La Columna. Colaborador del Paujil ManetoCríticaEl NacionalGárgolaLa Cuadriga del SolPuerta de AguaLa ColumnaLa Verdad, entre otros. Ha sido profesor de castellano y literatura en la Escuela Básica en Formación para el Trabajo Nueva Venezuela de Fe y Alegría; de literatura infantil durante cuatro años en la Universidad Cecilio Acosta, y en la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia (desde 1986), fundando la Unidad de Estudios de Literaturas y Culturas Indígenas. Guionista de Radio Calendario, más tarde director de Radio Reloj, creador de La locademia del humor al lado de Hendrick Rodríguez y Daniel Medina, así como del personaje Casimire Palmar, creado en la radio y posteriormente en la prensa en forma de cómic con ilustraciones de Maik Ávila. Trabajó en un proyecto de investigación en la Laguna de Sinamaica, conjuntamente con Alexis Fernández, en relación con el idioma paraujano o añú y el rescate de sus pocos hablantes, a través de sus mitos, cuentos y leyendas. Secretario de Cultura del estado Zulia (1994-1996), durante la gestión de gobierno de Lolita Aniyar de Castro, y donde logró consolidar una política de publicaciones en convenio con la Dirección de Cultura de LUZ, la realización de dos eventos de importancia nacional e internacional como fueron el I Congreso Nacional de Poesía “Ramón Palomares” (1994) y el I Congreso Cultural del Caribe “El Caribe vive en Maracaibo” (1995). Narrador con varios reconocimientos entre ellos el premio de cuentos (compartido con Ricardo Ruiz Caldera y su cuento ¿Ulises sin identidad?) de la Dirección de Cultura de LUZ (1978), con ¿El viejo conde y el barco anclado?, y el premio de literatura infantil Fundarte (1991). Convivió entre las comunidades indígenas de la Selva Lacandona, ubicada en el estado de Chiapas, México, junto con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, durante tres años. Mantiene inéditas las novelas: Pobladores y Casa de Agua. En opinión de José Francisco Ortiz «es uno de los narradores venezolanos contemporáneos que con mayor fortuna ha venido trabajando este género, marcando al mismo tiempo un estilo inubicable por el giro lingüístico -usos del habla- de manera muy personal: empeñado en el tono coloquial, sus temas y personajes toman visos de universalidad.» Dirige la Asociación Cultural del Caribe (ASOCARIBE), la cual participa de proyectos culturales y diseña todo tipo publicaciones.

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