La desigualdad económica implicará una relación asimétrica en la distribución de bienes y servicios. En este escenario, la falta de igualdad económica coloca a unos como los beneficiados de dicho sistema y a éstos les corresponde la riqueza (la afirmación), mientras que a otros les atañen los efectos nocivos, la pobreza (la negación), esto deviene en la dicotomía existente entre ricos y pobres. Es fundamental no perder de vista la existencia de ambos polos pues, con frecuencia, el sistema ha de buscar resaltar sus ventajas a costa del olvido y exclusión del extremo opuesto, cual si no fuera parte del mismo sistema o fuera producto de fenómenos ajenos.
El sustentar la desigualdad apelando a que trae una proporción de bien sería negar los efectos contraproducentes que el mismo concepto indica, es decir, negaría que existe alguien a quien dicho sistema no favorece. El beneficio que puede producir para unos no justifica el mal que produce para otros. De esta manera, veremos que la desigualdad implica cuestiones éticas en tanto que puede evaluarse en qué medida los efectos producidos son buenos o malos. Una ética crítica será la que intente mostrar la invalidez de un sistema desigual, dando razones para su posible transformación.