Se ha mantenido el criterio lingüístico del uso del español y portugués como lenguas de comunicación filosófica en el ámbito iberoamericano. Se reivindica así una filosofía hecha desde entornos culturales diferentes, con comunidades de hablantes muy amplias y con problemas específicos presentes en la ciencia y la tecnología, problemas altamente dependientes del contexto sociopolítico y que merecen atención desde una filosofía hecha precisamente desde nuestro contexto.