Una de nuestras devociones más antiguas desde que se hizo por primera vez siguiendo las instrucciones de Nuestro Señor mismo cuando envió a Sus Apóstoles de regreso a Jerusalén para esperar la venida del Espíritu Santo en el primer Pentecostés.
Dirigida a la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es una poderosa súplica por la luz, la fuerza y el amor que todos los cristianos de hoy necesitan con tanta urgencia.
Ven Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciende en nosotros el fuego de tu amor.