Floriano Lamanna, que vivió siempre en Borgia, Cz, en lo que un historiador define como la tierra de los feacios, que acogió a Ulises, también se siente piamontés, ya que su padre creció hasta los 17 años en Alba y, habiendo conocido la cultura de esos lugares. Asistió a las escuelas técnicas de Soverato y Girifalco, marinándose y jugando al billar y, tras la codiciada maestría, a tocar el clarinete, instrumento que no prefirió, pero que se ha convertido en una pasión.