Siempre me gustaron los juegos de habilidad mental, porque desafían la inteligencia y, al mismo tiempo, permiten que los jugadores tengan una grata sensación de logro. Estos juegos tienen un atractivo universal: cualquiera puede disfrutarlos, sin importar la edad o su entorno.
Para mí, diseñarlos significa poder crear pequeños momentos de satisfacción para los jugadores. Me encanta el desafío de elaborar algo ingenioso, pero que, a la vez, sea accesible para todos.