Fugaces pero eternos

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Marina tenía la vida que creía desear. Ordenada. Segura. Gris. Hasta que aquella noche que tenía que ser perfecta cayó el telón y todo voló por los aires.

Noah vivía el presente. Despreocupado. Sin futuro. Con sus propias normas. Hasta que la solista de Al Borde del Abismo les dejó minutos antes de la actuación y tropezó con unos ojos verdes en un callejón.

Deberían haber sido algo pasajero. Puntual. Un segundo en las manecillas de un reloj.

Llegaron los ensayos, el olor de la lluvia, los deseos que se sienten en la piel y la gira. Llegaron el miedo y las ganas.

Porque que algo no sea perfecto no significa que no sea jodidamente especial.

Porque a veces el corazón sigue sus propias reglas.

Porque un segundo se convierte en infinito cuando logras detener el tiempo.

Una banda de música. Dos polos opuestos que deben arriesgarlo todo.

Un amor tan efímero como un beso, pero tan eterno como una balada de rock.