En 1968, en un bar de Detroit, dos productores fueron encantados por un carismÃĄtico compositor de ascendencia mexicana: RodrÃguez. Pensando que habÃan encontrado a un hÃĐroe de la mÚsica folk en este artista marginal que recordaba al talento de Bob Dylan, produjeron dos discos con ÃĐl. A pesar de las buenas crÃticas obtenidas por Cold Fact, el primero de ellos, el disco fue un desastre comercial y marcÃģ el fin de su carrera discogrÃĄfica. RodrÃguez se hundiÃģ en la obscuridad sin saber que a miles de kilÃģmetros de distancia, en SudÃĄfrica, su mÚsica e influencia polÃtica abanderaban una revoluciÃģn.
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