Cuando el MoMA compró una de sus pinturas espaciales, el artista belga Paul Van Hoeydonck se aventuró en Nueva York en 1962. Fascinado por los viajes espaciales, comenzó a pensar en una obra de arte en la Luna. Tres meses antes del lanzamiento del Apolo 11, su galería de Nueva York se acercó a la NASA con la propuesta de llevar una de sus esculturas a la luna. Pero la NASA rechazó resueltamente la propuesta. Sin embargo, el 2 de agosto de 1971, el comandante del Apolo 15, David Scott, colocó en secreto una pequeña placa y una pequeña escultura en un cráter para conmemorar a aquellos astronautas y cosmonautas que perdieron sus vidas en la búsqueda de la exploración espacial. El sueño parecía haberse hecho realidad, pero pronto se convirtió en una pesadilla.