“En el nombre de Dios nuestro Padre, Jesucristo su Hijo nuestro Señor y el Espíritu Santo, que son uno y trino, nos presentamos ante la Virgen María y rendimos homenaje al bienaventurado Lázaro, el pobre, nuestro Santo Patrono y Protector. Alabadas sean las ocho bienaventuranzas. Elevemos nuestro corazón a Dios con amor fraterno, y demos gracias a la Divina misericordia, por los milagros y beneficios recibidos, gracias a los méritos del bienaventurado San Lázaro. Al traer nuestras ofrendas, roguemos a Dios con la intercesión de Lázaro de Betania, que recibamos cada día el don de la curación milagrosa. Sepamos que el arrepentimiento de nuestros pecados es el propósito de nuestra salvación. Gracias, buen Jesús, por habernos enseñado el camino de la luz, señalando ante todos a San Lázaro resucitado, tu Amigo recompensado por sus heridas y sufrimientos en el seno de los bienaventurados”.