Al norte de Caldas, en un abrazo eterno con Antioquia «La Grande», se alza Aguadas, la Ciudad de las Brumas, con su esencia altiva y majestuosa que despierta la admiración de quienes la contemplan. En lo alto de las montañas caldenses, como un nido de águilas construido por valientes colonos antioqueños, Aguadas se erige para contemplar el infinito y soñar con horizontes más amplios, más libres y magníficos.
Cuando el sol comienza su danza en el horizonte oriental, Aguadas se despierta como una matrona noble y coqueta, envuelta en un manto blanco de neblinas puras que realzan su esplendor y misterio. Es en ese instante mágico que la ciudad revela su encanto y su historia, como si cada rayo de luz fuera un hilo que teje la trama de su identidad única y fascinante.
Aguadas, cuna de hombres ilustres, es un lugar donde el diario trajinar se funde con el himno eterno del trabajo, marcando el ritmo constante de la vida y el progreso. Mientras los jóvenes acuden con entusiasmo a las aulas en busca del conocimiento, las mujeres de Aguadas, con manos casi mágicas, tejen el albo encaje de la iraca terrígena, simbolizando la tradición, la laboriosidad y la belleza que caracterizan a esta tierra generosa