En un paseo casual por el parque, te resbalaste por un terraplén y terminaste en una cueva.
Estás cubierto de barro, tu ropa está hecha jirones y desgastada, y lo peor de todo es esa sensación punzante que viene del dedo gordo del pie. Está morado desde que te lo golpeaste al entrar, y si no encuentras un pañuelo pronto, tendremos que amputártelo desde la cintura.
Como el primer paciente en llegar a la escena, tendrás que recorrer la peligrosa cueva hasta que aparezca un pie o dedo morado.
Tienes un problema y los pañuelos están en camino... no dejes que el plástico de burbujas te detenga o perderás aún más credibilidad ante la asociación de caminantes y corredores ocasionales del parque. Si eso sucede, necesitarás una caja de pañuelos de repuesto para toda la semana.