Esta cita de Isaac Newton resume la esencia de la verdad y enfatiza su simplicidad inherente en medio de las complejidades de la vida. Newton, conocido por sus contribuciones a la ciencia y las matemáticas, creía en el poder de la simplicidad como principio rector para comprender el mundo natural. En este contexto, sugiere que la verdad no se ve oscurecida por complejidades o circunvoluciones, sino que brilla cuando se reduce a sus elementos fundamentales. Al abogar por la simplicidad como conducto hacia la verdad, Newton nos invita a buscar claridad y coherencia en nuestra búsqueda de comprensión. Esta cita sirve como un recordatorio eterno para abrazar la simplicidad en nuestra búsqueda de la verdad, tanto en la investigación científica como en nuestra vida cotidiana.