The Pursuit of God A.W.Tozer
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La búsqueda de Dios, por Aiden Wilson Tozer. Leído por David Leeson.
Grabación LibriVox | audiolibro gratuito de dominio público.LibriVox son gratuitos para que cualquiera pueda escucharlos en sus computadoras, iPods u otros dispositivos móviles.
En esta hora de oscuridad casi universal aparece un destello de alegría: dentro del redil del cristianismo conservador hay un número creciente de personas cuyas vidas religiosas están marcadas por un hambre creciente de Dios mismo. Están ansiosos por las realidades espirituales y no se desanimarán con las palabras, ni se contentarán con las "interpretaciones" correctas de la verdad. Tienen sed de Dios, y no se saciarán hasta que hayan bebido profundamente en la Fuente de Agua Viva. Este es el único presagio real de avivamiento que he podido detectar en cualquier parte del horizonte religioso. Puede ser la nube del tamaño de la mano de un hombre que algunos santos aquí y allá han estado buscando. Puede resultar en una resurrección de vida para muchas almas y la recuperación de esa maravilla radiante que debería acompañar a la fe en Cristo, esa maravilla que casi ha huido de la Iglesia de Dios en nuestros días. Pero esta hambre debe ser reconocida por nuestros líderes religiosos. El evangelismo actual ha puesto (para cambiar la figura) el altar y dividido el sacrificio en partes, pero ahora parece satisfecho de contar las piedras y reorganizar las piezas sin preocuparse nunca de que no haya una señal de fuego en la cima del elevado Carmelo. Pero gracias a Dios que hay unos pocos que se preocupan. Son aquellos que, aunque aman el altar y se deleitan en el sacrificio, son incapaces de reconciliarse con la continua ausencia del fuego. Desean a Dios por encima de todo. Tienen sed de saborear por sí mismos la "penetrante dulzura" del amor de Cristo sobre quien todos los santos profetas escribieron y los salmistas cantaron. Hoy en día no faltan maestros de la Biblia que expongan correctamente los principios de las doctrinas de Cristo, pero muchos de ellos parecen satisfechos de enseñar los fundamentos de la fe año tras año, extrañamente inconscientes de que no hay en su ministerio una Presencia manifiesta, ni nada inusual en su vida personal. Ellos ministran constantemente a los creyentes que sienten dentro de sus pechos un anhelo que su enseñanza simplemente no satisface. Confío en hablar con caridad, pero la falta en nuestros púlpitos es real. La terrible frase de Milton se aplica a nuestros días con tanta precisión como a la suya: "Las ovejas hambrientas miran hacia arriba y no se alimentan". Es algo solemne, y no es un escándalo pequeño en el Reino, ver a los hijos de Dios morir de hambre mientras están sentados a la mesa del Padre. La verdad de las palabras de Wesley se establece ante nuestros ojos: "La ortodoxia, o la opinión correcta, es, en el mejor de los casos, una parte muy débil de la religión. Aunque el buen temperamento no puede subsistir sin las opiniones correctas, las opiniones correctas pueden subsistir sin el temperamento recto. ser una opinión correcta de Dios sin amor ni un temperamento recto hacia Él. Satanás es una prueba de esto ".
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En esta hora de oscuridad casi universal aparece un destello de alegría: dentro del redil del cristianismo conservador hay un número creciente de personas cuyas vidas religiosas están marcadas por un hambre creciente de Dios mismo. Están ansiosos por las realidades espirituales y no se desanimarán con las palabras, ni se contentarán con las "interpretaciones" correctas de la verdad. Tienen sed de Dios, y no se saciarán hasta que hayan bebido profundamente en la Fuente de Agua Viva. Este es el único presagio real de avivamiento que he podido detectar en cualquier parte del horizonte religioso. Puede ser la nube del tamaño de la mano de un hombre que algunos santos aquí y allá han estado buscando. Puede resultar en una resurrección de vida para muchas almas y la recuperación de esa maravilla radiante que debería acompañar a la fe en Cristo, esa maravilla que casi ha huido de la Iglesia de Dios en nuestros días. Pero esta hambre debe ser reconocida por nuestros líderes religiosos. El evangelismo actual ha puesto (para cambiar la figura) el altar y dividido el sacrificio en partes, pero ahora parece satisfecho de contar las piedras y reorganizar las piezas sin preocuparse nunca de que no haya una señal de fuego en la cima del elevado Carmelo. Pero gracias a Dios que hay unos pocos que se preocupan. Son aquellos que, aunque aman el altar y se deleitan en el sacrificio, son incapaces de reconciliarse con la continua ausencia del fuego. Desean a Dios por encima de todo. Tienen sed de saborear por sí mismos la "penetrante dulzura" del amor de Cristo sobre quien todos los santos profetas escribieron y los salmistas cantaron. Hoy en día no faltan maestros de la Biblia que expongan correctamente los principios de las doctrinas de Cristo, pero muchos de ellos parecen satisfechos de enseñar los fundamentos de la fe año tras año, extrañamente inconscientes de que no hay en su ministerio una Presencia manifiesta, ni nada inusual en su vida personal. Ellos ministran constantemente a los creyentes que sienten dentro de sus pechos un anhelo que su enseñanza simplemente no satisface. Confío en hablar con caridad, pero la falta en nuestros púlpitos es real. La terrible frase de Milton se aplica a nuestros días con tanta precisión como a la suya: "Las ovejas hambrientas miran hacia arriba y no se alimentan". Es algo solemne, y no es un escándalo pequeño en el Reino, ver a los hijos de Dios morir de hambre mientras están sentados a la mesa del Padre. La verdad de las palabras de Wesley se establece ante nuestros ojos: "La ortodoxia, o la opinión correcta, es, en el mejor de los casos, una parte muy débil de la religión. Aunque el buen temperamento no puede subsistir sin las opiniones correctas, las opiniones correctas pueden subsistir sin el temperamento recto. ser una opinión correcta de Dios sin amor ni un temperamento recto hacia Él. Satanás es una prueba de esto ".
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