En la década de 1950, en algún lugar de un valle envuelto en niebla, se encontraba la terrorífica mansión de la familia Vale. Esta casa embrujada era un mundo aparte de las bulliciosas ciudades, envuelta en un misterioso y tranquilo laberinto. Era una cabaña donde las sombras susurraban secretos y el aire contenía el frío del terror y los misterios. Entre sus muchos secretos estaban las muñecas de porcelana que llenaban cada habitación, cada una cuidada meticulosamente por las hijas de Vale: tú y tu hermana gemela, Emily.
La mansión era a la vez una mansión y una prisión, gobernada por tu aterradora abuela, una enigmática maestra que era a la vez malvada y cruel. Su presencia arrojó una larga sombra sobre la mansión del terror, su amor por las muñecas malvadas roza la obsesión. Fue en este paraíso gótico donde comienza tu historia de pesadilla.
Tus días estaban llenos de juego y risas, a menudo girando en torno a las muñecas espeluznantes que apreciaba tu abuela. Emily, tu gemela, siempre estuvo a tu lado. Ustedes dos compartían un vínculo tan profundo que a veces desdibujaba las líneas entre la realidad y la imaginación. Jugaste con el simulador de muñecas, vistiéndolas con ropa hermosa y arreglando sus caras de porcelana en varias escenas. Pero algo en Emily era peculiar. Su conexión con las espeluznantes muñecas era inquietantemente intensa, y a veces te preguntabas si era completamente real o solo producto de tu imaginación.
En Nochebuena, Emily te regaló dos nuevas muñecas aterradoras. Eran idénticos a ustedes dos: uno lo representaba a usted y el otro la representaba a ella. Lleva el nombre de ti y de tu hermana, Sara y Emily. Las muñecas japonesas estaban elaboradas de forma intrincada, con ojos de horror que parecían casi vivos. Esa noche, mientras la nieve caía suavemente afuera, un evento discordante se hizo añicos como en el mundo del anime.
A medida que los días se convirtieron en semanas, Emily ha desaparecido. Y te encontraste solo en la mansión del terror, salvo por las muñecas malditas que parecían susurrar secretos cuando estabas cerca. Comenzaste a explorar los rincones ocultos de la casa del vecino, buscando escapar. Fue durante una de estas exploraciones que te topaste con una habitación oculta, llena de extraños artefactos y símbolos ocultos.
El verdadero horror comenzó cuando notaste que las muñecas amapolas se movían solas. Por la noche, parecían cobrar vida, sus caras de porcelana se retorcían en expresiones malévolas. Quedó claro que no se trataba de muñecos espeluznantes ordinarios, sino de marionetas vivientes con voluntad propia, impulsadas por las entidades oscuras de la casa del terror.
Una noche de juego, el primero de estos espeluznantes títeres hizo su movimiento. El aire estaba denso con una sensación de terror inminente al presenciar el acto violento del muñeco asesino. Las muñecas vivientes quieren jugar contigo. Fue entonces cuando comprendiste lo que estaba en juego: escapar o convertirte en parte del mundo maldito de las muñecas malvadas para siempre.