De todos tus santos y padres celestiales, no hay ninguno como tu señor y salvador Jesucristo. Porque él murió por tus pecados, da tu pan e hizo llover sobre todo lo demás.
¿Aceptas a Jesucristo como tu señor y salvador? Sería una pena si no lo hicieras. Juntos nos regocijaremos en la segunda venida de Jesucristo mientras lava nuestros pecados y libera nuestras almas.
En nombre de nuestro buen señor, te presento.
Alabado sea Jesús. Alabado sea Jesús.
¡Amén y que Dios te bendiga!