Kila: The Three Little Men in
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Kila: Los tres hombrecitos en el bosque - un libro de cuentos de Kila
Kila ofrece divertidos libros de cuentos para estimular el amor por la lectura. Los libros de cuentos de Kila ayudan a los niños a disfrutar de la lectura y el aprendizaje con una gran cantidad de fábulas y cuentos de hadas.
Había una vez un hombre cuya esposa había muerto y una mujer cuyo marido había muerto. Cada uno tenía una hija y las niñas se conocían.
La mujer le dijo a la hija del hombre: "Dile a tu padre que me casaré con él, y te tratarán mejor que a mi propia hija".
La niña se fue a casa y le contó a su padre lo que la mujer le había dicho y pronto hubo una boda y el hombre y la mujer se casaron.
Sin embargo, la mujer odiaba a su nueva hijastra. Estaba tan celosa porque la niña era agradable y bonita, mientras que su propia hija era fea y rencorosa.
Un día, en pleno invierno, la mujer le dio a su hijastra un trocito de pan duro y un vestido hecho de papel y le pidió que fuera a recoger una canasta de fresas.
La niña salió obedientemente de la casa. Había nieve por todas partes. Cuando entró en el bosque, vio una casita con tres hombrecitos adentro.
La llamaron y le dijeron: "¡Danos algo de comida!" Partió su pedacito de pan en dos y les dio la mitad.
Después de que comieron su pan, le dieron una escoba y le pidieron que quitara la nieve de la puerta trasera. Cuando salió a hacerlo, los hombrecitos hablaron entre ellos sobre lo que podían hacer por ella porque era muy amable y bonita.
El primero dijo: "Cada día se pondrá más bonita". El segundo dijo: "Cada vez que hable, una pieza de oro le caerá de la boca". El tercero dijo: "Un rey vendrá y la tomará por mujer".
Mientras tanto, la niña estaba haciendo lo que le habían pedido los hombrecitos y encontró unas fresas finas y maduras. Con alegría llenó su canastilla, agradeció a los hombrecitos y se fue corriendo a casa.
Mientras explicaba todo lo que le había pasado, una pieza de oro se le caía de la boca con cada palabra que decía.
La hermanastra estaba muy celosa. Le pidió a su madre un espléndido abrigo de piel para ponerse; algo de pan, mantequilla y pasteles; y luego fue al bosque para encontrar la casita.
Cuando encontró el lugar, no saludó a los hombrecitos. En cambio, se sentó junto al horno caliente y comenzó a comer sola. También se negó a pasar por la puerta trasera cuando se lo pidieron.
Cuando vio que no le iban a dar nada, salió de la casa. Los tres hombres pequeños dijeron entre sí: "¿Qué le haremos? Tiene un corazón tan malvado y celoso".
El primero dijo: "Cada día se pondrá más fea". El segundo dijo: "Cuando hable, un sapo saltará de su boca a cada palabra". El tercero dijo: "Ella tendrá una muerte miserable".
Cuando la niña regresó a casa y habló con su madre, un sapo saltaba de su boca con cada palabra. Todos los que se acercaron a ellos estaban tan disgustados que la niña y su madre tuvieron que esconderse en lo profundo del bosque por el resto de sus vidas.
Un día, el rey le pidió a la hija del hombre que se convirtiera en su esposa. Se celebró una boda con gran estilo, tal como dijeron los hombrecitos en el bosque.
Esperamos que disfrute de este libro. Si tiene algún problema, contáctenos en support@kilafun.com
¡Gracias!
Kila ofrece divertidos libros de cuentos para estimular el amor por la lectura. Los libros de cuentos de Kila ayudan a los niños a disfrutar de la lectura y el aprendizaje con una gran cantidad de fábulas y cuentos de hadas.
Había una vez un hombre cuya esposa había muerto y una mujer cuyo marido había muerto. Cada uno tenía una hija y las niñas se conocían.
La mujer le dijo a la hija del hombre: "Dile a tu padre que me casaré con él, y te tratarán mejor que a mi propia hija".
La niña se fue a casa y le contó a su padre lo que la mujer le había dicho y pronto hubo una boda y el hombre y la mujer se casaron.
Sin embargo, la mujer odiaba a su nueva hijastra. Estaba tan celosa porque la niña era agradable y bonita, mientras que su propia hija era fea y rencorosa.
Un día, en pleno invierno, la mujer le dio a su hijastra un trocito de pan duro y un vestido hecho de papel y le pidió que fuera a recoger una canasta de fresas.
La niña salió obedientemente de la casa. Había nieve por todas partes. Cuando entró en el bosque, vio una casita con tres hombrecitos adentro.
La llamaron y le dijeron: "¡Danos algo de comida!" Partió su pedacito de pan en dos y les dio la mitad.
Después de que comieron su pan, le dieron una escoba y le pidieron que quitara la nieve de la puerta trasera. Cuando salió a hacerlo, los hombrecitos hablaron entre ellos sobre lo que podían hacer por ella porque era muy amable y bonita.
El primero dijo: "Cada día se pondrá más bonita". El segundo dijo: "Cada vez que hable, una pieza de oro le caerá de la boca". El tercero dijo: "Un rey vendrá y la tomará por mujer".
Mientras tanto, la niña estaba haciendo lo que le habían pedido los hombrecitos y encontró unas fresas finas y maduras. Con alegría llenó su canastilla, agradeció a los hombrecitos y se fue corriendo a casa.
Mientras explicaba todo lo que le había pasado, una pieza de oro se le caía de la boca con cada palabra que decía.
La hermanastra estaba muy celosa. Le pidió a su madre un espléndido abrigo de piel para ponerse; algo de pan, mantequilla y pasteles; y luego fue al bosque para encontrar la casita.
Cuando encontró el lugar, no saludó a los hombrecitos. En cambio, se sentó junto al horno caliente y comenzó a comer sola. También se negó a pasar por la puerta trasera cuando se lo pidieron.
Cuando vio que no le iban a dar nada, salió de la casa. Los tres hombres pequeños dijeron entre sí: "¿Qué le haremos? Tiene un corazón tan malvado y celoso".
El primero dijo: "Cada día se pondrá más fea". El segundo dijo: "Cuando hable, un sapo saltará de su boca a cada palabra". El tercero dijo: "Ella tendrá una muerte miserable".
Cuando la niña regresó a casa y habló con su madre, un sapo saltaba de su boca con cada palabra. Todos los que se acercaron a ellos estaban tan disgustados que la niña y su madre tuvieron que esconderse en lo profundo del bosque por el resto de sus vidas.
Un día, el rey le pidió a la hija del hombre que se convirtiera en su esposa. Se celebró una boda con gran estilo, tal como dijeron los hombrecitos en el bosque.
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