Entonces tienes un botón. Lo presionas y aparece una plataforma. Pero no para siempre. Tienes que cronometrar tus pulsaciones justo para asegurarte de que la plataforma aparezca en el momento perfecto para que puedas seguir driblando. De lo contrario, tu pequeña y divertida bola desaparecerá de la faz del mundo y caerá al vacío.