Te pregunté ese día si eras un marimacho, recuerda cómo levantaste la cabeza, y cómo bloqueaste tu mirada aguda como una concha de fuego ... Tus miradas eran deliciosas a pesar de su intensidad y a pesar de su desafío.
No sé cómo me robaste tan rápido, Juman, no entiendo cómo me embrujaste desde la primera vez que mis ojos se posaron en ti.
Te provoqué mucho ese día, tenía más sed de provocarte después de cada palabra y después de cada frase, tu nerviosismo era delicioso, el enrojecimiento de tus oídos era excitante.
Cuando salí del café, Juman, decidí que serías mía, ¡nunca permitiría que fueras de otra persona!