La Dra. Judy Mikovits es una Rosalind Franklin de nuestros días, una brillante investigadora que está revolucionando el club de la ciencia de los viejos con sus descubrimientos revolucionarios. Y como muchas mujeres que se han infiltrado en el mundo de los hombres, descubrió secretos de hace décadas que muchas preferirían permanecer enterrados.
Desde su tesis doctoral, que cambió el tratamiento del VIH-SIDA, salvando la vida de millones, incluido el gran baloncesto Magic Johnson, hasta su espectacular descubrimiento de una nueva familia de retrovirus humanos, y su última investigación que apunta a una nueva era dorada de salud, el Dr. Mikovits siempre ha estado a la vanguardia de la ciencia.
Con el ingenio brillante que uno podría esperar si Erin Brockovich tuviera un doctorado en biología molecular, el Dr. Mikovits ha visto lo mejor y lo peor de la ciencia. Cuando formó parte de la comunidad de investigación que convirtió al VIH-SIDA de una enfermedad mortal en una que se puede controlar, vio la ciencia en su máxima expresión. Pero cuando sus investigaciones cuestionaron si el uso de tejido animal en la investigación médica estaba desencadenando devastadoras plagas de enfermedades crónicas, como el autismo y el síndrome de fatiga crónica, vio la ciencia en su peor momento. Si sus sospechas son correctas, estamos ante un realineamiento completo de las prácticas científicas, incluida la forma en que estudiamos y tratamos las enfermedades humanas.
Contando sus casi cuatro décadas en la ciencia, incluida su colaboración de más de treinta y cinco años con el Dr. Frank Ruscetti, uno de los fundadores del campo de la retrovirología humana, esta es una mirada entre bastidores a los problemas y egos que determinarán la salud futura de la humanidad.