Antígona era la hija de Epido y Yocasta y hermana de Ismene, de Eteocles y de Polinices. Antígona acompañó a su padre cuando éste, al descubrir el crimen y el incesto que había cometido, partió hacia el exilio después de arrancarse los ojos. Se refugiaron en Colona, un pueblecillo de Ática, donde la muerte trajo finalmente la paz a Edipo. Antígona regresó entonces a Tebas. Después de que Eteocles y Polinices se mataran mutuamente en su lucha fratricida por el poder, su tío Creonte, convertido en rey de Tebas, dijo que Eteocles tenía que recibir una sepultura y honras fúnebres (porque defendió el pueblo) y a Polinices no. A éste le cogieron y lo tiraron al campo para que las alimañas y las aves rapiñas se lo comieran. Las tradiciones griegas establecían el deber sagrado de sepultar a los muertos, señalando que en caso contrario el alma del difunto vagaría eternamente sin reposo y nunca podría acceder al reino de las sombras.