Una de las obras maestras del genio literario de Dickens.
Traducción de Josep Marco Borillo
La historia del pequeño Oliver, criado en un hospicio, empleado en una funeraria y reclutado por una banda de ladrones que él no reconoce como tales, no solo es un soberbio escaparate de celebérrimas creaciones dickensianas, sino que además resulta un magnífico y apasionante relato sobre la inocencia acosada. Los distintos personajes que el héroe va encontrando en su camino nos descubren al Dickens idílico y sentimental, en una de las muestras más perdurables de su genio.
La posteridad ha convertido en mito las peripecias del pequeño muchacho, vertidas a nuestra lengua aquí por Josep Marco Borillo y el equipo de la Universitat Jaume I de Castelló. La modernidad de la traducción convierte la presente en una edición indispensable.
Charles Dickens (1812-1870) nació en Portsmouth y era el primogénito varón de un funcionario de la Armada Real. A los doce años, el encarcelamiento de su padre por deudas lo obligó a ponerse a trabajar en una fábrica de betún. Su educación fue irregular: aprendió por su cuenta taquigrafía, trabajó como ayudante en el bufete de un abogado y finalmente fue corresponsal parlamentario del Morning Chronicle.Sus artículos, luego recogidos en Escenas de la vida de Londres por «Boz» (1836-1837), tuvieron gran éxito y, con la aparición en 1837 de Los papeles póstumos del Club Pickwick, Dickens se convirtió en un auténtico fenómeno editorial. Novelas como Oliver Twist (1837-1839), Nicholas Nickleby (1838-1839) o Barnaby Rudge (1841) alcanzaron enorme popularidad, así como algunas crónicas de viajes, como Estampas de Italia (1846). Con Dombey e hijo (1846-1848) inició su época de madurez, de la que son buenos ejemplos David Copperfield (1849-1850), su primera novela en primera persona y su favorita, en la que desarrolló algunos episodios autobiográficos; La Casa lúgubre (1852-1853); La pequeñaDorrit (1855-1857), Historia de dos ciudades (1859), Grandes esperanzas (1860-1861) y Nuestro amigo común (1864-1865). Murió en Gad's Hill, su casa de campo en Higham, en el condado de Kent.