¿Alguna vez ha encontrado dificultades en el proceso de invocar o mantener el autocontrol? No les pediremos que levanten la mano; sólo un pequeño número de nosotros no lo hemos hecho. Ya sea una incursión nocturna al tarro de galletas o fines de semana consecutivos trabajando en lugar de relajarse, cada uno de nosotros tiene su propia adicción. Sin embargo, es importante reconocer que la búsqueda de una existencia próspera y satisfactoria seguirá siendo difícil de alcanzar mientras uno esté ensimismado.
La disciplina puede conceptualizarse como una conexión armoniosa con la fuerza trascendente del tiempo. En la antigüedad, los rituales eran un componente intrínseco de la existencia, intrínsecamente vinculados tanto a la progresión del tiempo como a la transición entre estaciones. Alex Gatti sostiene que la actual falta de disciplina se puede atribuir, en parte, a nuestro alejamiento de estas rutinas y comportamientos interconectados.
Otro factor a considerar es la proliferación contemporánea de la tecnología en nuestra sociedad. Paradójicamente, cuanto mayor es nuestra posesión de tecnología y dispositivos, menos independencia tenemos del tiempo. Considere la cantidad de tiempo que se pierde manteniendo su automóvil o enviando correos electrónicos, mensajes de texto y mensajes directos. No sorprende que la disponibilidad de la disciplina haya disminuido progresivamente.
Al reconocer y rendirnos a la autoridad suprema del tiempo, le restauramos adecuadamente una fuerza digna de nuestra reverencia. Se hace evidente que, al reritualizar nuestras tareas y fijarles un tiempo constante, les infundimos significado. Este sentido de importancia es lo que nos motiva para cumplir consistentemente con nuestras obligaciones diarias y mensuales. Esta es la clave del autocontrol y alterará profundamente tu vida.
En este punto, uno podría pensar: "Si bien esta información es encomiable, ¿cómo puedo obtener beneficios tangibles de ella?"
Un método sorprendentemente eficaz para mejorar la gestión del tiempo y aprovechar la energía para realizar tareas con regularidad es realizar un control nocturno al final de cada día. Especifica en esta evaluación los horarios de tus comidas, actividad física, descanso, trabajo y oración para el día siguiente. En un escenario ideal, las personas seguirían un horario constante de 24 horas; sin embargo, es importante reconocer que las circunstancias reales pueden requerir ajustes ocasionales. Simbólicamente, esta práctica te desafía a diseñar y seleccionar meticulosamente cada día de tu vida, imbuyendo a cada uno de un significado personal y distinto.