El Comulgatorio tiene más puntos de contacto con el resto de las obras gracianas de lo que parece, lo cierto es que se aleja de ellas en propósitos, medios y fines, mostrándonos la faz espiritual y encendida de un escritor que recrea los gozos de un banquete que deja de ser ágape para convertirse en charitas. Son meditaciones espirituales, que siguen el orden marcado por el calendario litúrgico.