Ambientada en la España del sigo III de nuestra era, Valera describe así a su personaje: Elisa la Malagueña no sólo era gentil, o digamos idólatra, sino hembra algo liviana y alegre, como a su oficio convenía, pues era del género y condición de las muchachas de Cádiz, que ya celebra Anacreonte, y de la Teletusa de Bética, que Marcial encomia. Elisa cantaba, bailaba y repiqueteaba las castañuelas.