Tendría que pagar un precio: enamorarse de un hombre del que había jurado olvidarse.
Mientras la relación se limitó a aquellas charlas telefónicas todas las noches, no hubo ningún problema. Cathy podía inventar todas las historias fantásticas que quisiese sobre sí misma para entretener al solitario Stone Ward, porque él nunca sabría que eran verdad. Pero el destino quiso que se encontrasen cara a cara... en su propia casa.
Stone estaba fuera de su alcance y ella siempre lo había sabido. Era rico, atractivo e increíblemente sensual, y Cathy no tenía nada que ofrecerle... Pero, por lo menos, estaba decidida a convertirse en la belleza que se había propuesto ser.