Las Rimas de Bécquer son hoy la más conocida de las colecciones poéticas del siglo XIX. Exponente de una lírica incómoda en el corsé romántico y casi modernista, estos poemas breves deben su liviandad a un esforzado trabajo de depuración estilística. A su vez, las Leyendas son narraciones fantásticas de tono intimista y lúgubre, basadas en su mayoría en relatos populares, y suponen una de las producciones más representativas del posromanticismo de nuestro país.
«Podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía.»
Gustavo Adolfo Bécquer, cuyo verdadero nombre era Gustavo Adolfo Domínguez Bastida, se trasladó de Sevilla, donde nació en 1836, a Madrid para dedicarse a la literatura. Padeció tuberculosis y vivió en la penuria económica hasta que le nombraron censor de novelas y director literario de La ilustración de Madrid. Entre sus obras en prosa destacan textos como Cartas desde mi celda y Cartas literarias a una mujer,escritas en el monasterio de Veruela. Sin embargo, la cúspide de su producción se da con sus Rimas y sus Leyendas, de las que se desprende el lúgubre y sublime espíritu posromántico. Murió en Madrid, en 1870, dejando tras de sí una estela literaria cuya influencia no tiene parangón en la historia de la literatura en lengua castellana.