Con el poema en prosa, Charles Baudelaire (1821-1867) quiso explorar una nuevo forma poética que, alejándose del corsé métrico, fuera asimismo capaz de acomodarse «a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño, a los sobresaltos de la conciencia». Redactadas entre 1852 y 1867, las cincuenta piezas que configuran El esplín de París son la cara complementaria, el reverso en prosa de «Las flores del mal» pues en definitiva ambas obras manan, como apunta en su introducción Francisco Torres Monreal -responsable asimismo de la traducción-, de una misma sensibilidad poética en la que el tedio, la soledad, la cólera, la angustia existencial, el demonio, la muerte, se entremezclan indisolublemente con el luminoso Ideal.