Carlos Peña aborda y polemiza en este breve ensayo el concepto de meritocracia
Hoy día uno de los debates más frecuentes, que ha dado origen a ríos de tinta, es el del lugar que le caben al mérito y a la suerte, es decir, al esfuerzo y a la fortuna, en la distribución de recursos y de oportunidades ¿Cuántos bienes han de correspondernos en proporción a lo que hagamos, o no hagamos, y cuánto a lo que simplemente recibimos, o no recibimos, en la cuna?
Hay quienes sugieren que una sociedad justa es una que distribuye los recursos y los bienes en proporción al esfuerzo que cada uno haga para obtenerlos. Los bienes, según este punto de vista, se debieran conferir según el esfuerzo. Pero hay quienes sugieren que ese principio es erróneo no sólo porque más temprano que tarde, y de tener éxito, acabaría separando a las personas entre las capaces y las ineptas -infatuando a los primeros y humillando a los segundos- sino porque olvida que la vida humana se desenvuelve en medio de un conjunto de factores que están lejos del control de los individuos. Ocupar el mérito como criterio de distribución olvida que mucho de lo que somos no depende de nosotros.
Carlos Peña (Santiago, 1959) es abogado con estudios de posgrado en Sociología y doctor en Filosofía. Es rector de la Universidad Diego Portales y académico de la Facultad de Derecho en la Universidad de Chile. En los últimos años ha publicado, entre otros libros, Lo que el dinero sí puede comprar (2017), Por qué importa la filosofía (2018), El tiempo de la memoria (2019), Pensar el malestar (2020), La mentira noble (2020) y El desafío constitucional (2020). Actualmente es columnista en El Mercurio.