Una novela de amor puro y profundo, repleta de sentimientos e inesperados momentos que ni el paso del tiempo ni el destino podrán nunca borrar.
Brooklyn Steanfield crece en un ambiente hostil junto a Savannah, una madre autodestructiva y adicta a la cocaína, quien jamás se ha esforzado en demostrarle su cariño. Durante años, la joven tuvo que renunciar al sueño de convertirse en una gran actriz debido a la obligación moral de velar por la integridad física de su progenitora.
Ryan Cohen es un joven de clase alta quien, aparentemente, lo tiene todo: atractivo, inteligencia y una vida acomodada que lo mantienen libre de preocupaciones, salvo por las recurrentes pesadillas que lo atormentan cada noche recordándole la causa de su sordera cuando tenía cinco años.
Un día, de regreso a su casa, Brooklyn halla a su madre tendida en la cama debatiéndose entre la vida y la muerte por culpa de una sobredosis. En ese momento se ve obligada a buscar ayuda en aquella persona que se desentendió de sus deberes nada más saber de su existencia, cuando ni siquiera había nacido: Douglas Cohen, su padre.
Pronto, la plácida existencia de Ryan se ve alterada por la llegada de una joven a su vida. Y, sin embargo, no puede negar la evidencia: son dos almas solitarias y predestinadas a encontrarse como si estuvieran unidas por el hilo rojo del destino. Un hilo que, según cuenta la misteriosa leyenda japonesa, podrá estirarse, enredarse, tensarse o desgastarse, pero nunca romperse.
Porque hay historias de amor que nunca terminan.