El ayamontino Juan Galán busca sus temas en motivos cotidianos y cercanos, pero nos los entrega nuevos y diferentes, como si solo él hubiera sabido verlos en su completa intensidad, porque en todos sus cuadros está lo pintado, pero también lo que hay más allá: la esencia de lo que se ha pintado, el aire y el ambiente, tan profundos, que el espectador tiene la ilusión de haber estado allí, mirando respetuosamente por encima del hombro mientras el pintor trabajaba y asistiendo asombrado al momento que desvelara la verdadera certeza del lugar que él no había sido capaz de ver antes de que obrara el artista. Se entra en sus cuadros no por lo que en ellos se representa sino por el instante en que los captó. Tiene la virtud de situarnos en esa hora mágica en la que vio el cuadro y lo fijó para siempre.
Pedro Ojeda Escudero