Los huevos, la leche y las semillas (con las que se hace la harina) fueron diseรฑados por la evoluciรณn para alimentar a la descendencia. De hecho, todo lo que comemos tiene una historia evolutiva.
Nuestros supermercados estรก llenos de productos de la evoluciรณn, aunque las etiquetas de las carnes de ave no nos lo seรฑalen con una fecha de caducidad jurรกsica ni los letreros del pasillo de frutas y verduras delaten el hecho de que el maรญz tiene una historia de selecciรณn artificial que los americanos precolombinos realizaron durante 6 000 aรฑos.
La lista de compras, cada receta, cualquier menรบ y todos los ingredientes culinarios contienen una invitaciรณn secreta para sentarse a la mesa con el padre del conocimiento evolutivo, Charles Darwin.