A nuestro alrededor, el silencio; nosotros estamos al calor de un fuego encendido. Es la milenaria historia de una naturaleza que contiene la respiración. Contar el invierno significa hablar de una parte profunda de la historia de la humanidad: las grandes glaciaciones, la lucha por la supervivencia, pero también de la idea del renacer ligada a los mitos y a las fiestas más antiguas. Estación de la suspensión tanto de los trabajos agrícolas como de la guerra, es uno de los momentos más importantes del año, marcado por ritos religiosos y por la esperanza de renovación que esos ritos expresan. Seguirla a lo largo de los siglos nos remite a cazadores, a enfermedades, a agotadoras retiradas militares, al frío de los monasterios, y luego a hechizados seres escondidos en el corazón de la tierra, a largas vigilias frente al fuego en el recogimiento de la intimidad doméstica. Un mullido intervalo blanco, festivo y mortal al mismo tiempo, que nunca deja de apelar a nuestro imaginario.