Aunque puede parecer dif├нcil encontrarse con Jes├║s en medio de las prisas y la dispersi├│n que nos rodean y nos invaden, de hecho su llamada sigue resonando en los corazones de los j├│venes. Es la que hace que, en el fondo de su coraz├│n, sigan queriendo cosas grandes.
Por eso, los cristianos seguimos anunciando, en pleno siglo XXI, que a Dios le importamos mucho: que nos quiere felices, y que cuenta con nosotros para hacer de su Amor la fuerza que mueve el mundo.