Sabemos que la censura, el ataque a la libertad de expresión, nos quita la posibilidad del conocimiento, del pleno acceso a todos los argumentos en una discusión. Y, contra la prepotencia y el autoritarismo, una de las herramientas que a nosotros nos quedan es el humor.
En este contexto, Andrés Llugany y la caída de las Torres Gemelas apunta a mantener despierta la memoria. Porque el humor contagia, porque la incorrección política es un acto creativo que nos permite plantarnos frente a los poderosos y porque, al fin y al cabo, como defiende el autor, todos nos merecemos una buena y sana discusión.