Los 1.500 pastusos levantados en armas, ahora bajo el mando de un veterano soldado del Ejército del Rey, Agustín de Agualongo, han vencido a la guarnición colombiana comandada por el Coronel Juan José Flores y, envalentonados con el triunfo, han declarado abiertamente sus intenciones de reconquistar Quito para devolverlo al dominio español.
La batalla de Ibarra aseguró para los grancolombianos la independencia de la antigua Capitanía de Venezuela, la del extinto virreinato de la Nueva Granada y la de la Real Audiencia de Quito. Reafirmó los triunfos de Boyacá, Carabobo y Pichincha. Despejó los meandros para las gloriosas jornadas de Junín y de Ayacucho. Desbrozó las comunicaciones con Bogotá y despejó la vía a los ejércitos libertadores comandados por Simón Bolívar.
"Pasto es la puerta del Sur y si no la tenemos expedita, estamos siempre cortados, por consiguiente es de necesidad que no haya un solo enemigo nuestro en esa garganta", le escribió el Libertador al general Santander, desde Quito, cuatro días después del combate.
Ibarra fue la llave maestra que abrió las puertas de los caminos imperiales que condujeron a la emancipación del continente.
Es miembro correspondiente de la Real Academia Española de Historia y de las Academias de Historia de numerosos países.