Catherine Blake siempre había estado perdidamente enamorada de Matt Kincaid, aunque sabía que era uno de esos hombres que no querían ni oír hablar de matrimonio. Resignada, había hecho de su adoración por él un amor platónico, y se había centrado en sus estudios. Pero para su sorpresa, cuando consiguió un empleo, él intentó retenerla a toda costa. De pronto empezó a tratarla de una manera distinta, como si se hubiese dado cuenta de que ya no era una chiquilla, sino una mujer. A Catherine se le planteó entonces un dilema: ¿debería dejarse llevar y sucumbir a sus encantos, o luchar por su independencia y huir antes de que la hiriera?