Hace tiempo, Jota cometió un gran error. Y no es que no hubiera cometido muchos otros errores antes. Pero este fue apoteósico: le costó su trabajo, liquidó su carrera y casi acaba con la vida de su mejor amigo. Ahora, tras años de esfuerzo y autocontrol, ha conseguido volver a ser admitido en el complicado mundo cinematográfico. El problema es que la grabación tiene lugar en una antigua mansión cargada de secretos, de viejas historias y, según dicen, de fantasmas, y cuyas dueñas son dos ancianas de lo más peculiares.
Pero eso no es lo que le preocupa a Jota. Lo que le quita el sueño y lo lleva por la calle de la amargura es la deslenguada y desafiante mujer que se divierte haciéndole la vida imposible. Ella y, por supuesto, todos los incidentes inexplicables que se suceden en el rodaje y que parecen apuntarle como único culpable.