Rubén Darío (Metapa, 1867-León, 1916). Nicaragua. De verdadero nombre Félix Rubén García Sarmiento, Rubén Darío nació el 18 de enero de 1867, en la pequeña aldea nicaragüense de Metapa. Sólo un mes después, la familia se trasladó a León (Nicaragua), sin mejorar allí apenas su precaria situación económica. De ascendencia española e indígena, Rubén recibió en gran parte su primera educación en casa de un tío abuelo suyo, el coronel Ramírez y Bernarda Sarmiento. En 1881, acabados los estudios en León, y habiendo publicado ya algunos poemas con el apellido Darío (nombre de pila de un antepasado), Rubén marchó a El Salvador, donde trabó amistad con el poeta Francisco Gavidia y avanzó en sus descubrimientos poéticos. En 1883 regresó a Nicaragua, donde trabajó en la Biblioteca Nacional de Managua y en la secretaría del presidente Adán Cárdenas. Animado por algunos amigos, en 1886 viajará a Santiago de Chile, colaborando allí en los periódicos chilenos y publicando sus primeros libros. Rubén tuvo dificultades para conectar al principio con los círculos literarios e intelectuales chilenos, pero tras obtener el primer premio en un concurso de poesía exaltadora de los próceres chilenos, su nombre comenzó a ser bien recibido. Sin duda, aquel libro fue compuesto con la intención de salir del anonimato, ya que Darío trabajaba por entonces en su poesía innovadora y modernista, cuya piedra miliar será el libro de prosa y poesía Azul, de 1888, en el que se detectan remotas resonancias becquerianas. Con el tiempo su reconocimiento como primer representante de la nueva poesía se hizo extenso y sus relaciones se ampliaron a los círculos más influyentes, tanto en lo literario como en lo político (fue amigo del presidente Balmaceda). En su breve regreso a Nicaragua, en 1889 (tras la muerte de su padre, meses antes), Darío conocerá a Rafaela Contreras, con la que contraerá matrimonio civil en El Salvador. Después vendrán cortas estancias en Guatemala, Costa Rica y su país natal, hasta que el Gobierno nicaragüense lo envía a España como representante en el IV Centenario del descubrimiento de América, lo que le dio la oportunidad de conocer a numeroso literatos españoles. Fallecida su esposa en 1893, Rubén se casará al año siguiente con un amor de juventud, Rosario Murillo; dicho matrimonio está envuelto de misterio debido a la reputación de dicha mujer y a los manejos que quizá llevó a cabo su hermano para materializar la boda. Sea como fuere, Rubén Darío es ya un respetado hombre público en toda Latinoamérica, y ese mismo año será nombrado cónsul de Colombia en Panamá y Buenos Aires, realizando después viajes a Nueva York, donde conoció a José Martí, y a París, donde se encuentró con uno de sus maestros, el poeta Verlaine.