Los cuentos vienen inspirados en los relatos de Gertrudis Segovia que escribía a principios del 1900 para ayudar a levantar un hospital para niños pobres, en una época en la que no existía la seguridad social. La abuela de María Luz le contaba estas historias y ahora ella quiere dejar un legado a sus nietos.
Contiene un prólogo explicativo; siete entretenidos y fantásticos cuentos de hadas. Una historia real, pero tan bonita que parece un cuento; y un cuentecito alusivo a la historia. Y además, cantidad de dibujos en color, alusivos al texto. Pienso que ha de gustar a los niños aficionados a la lectura y al dibujo, más o menos de nueve a doce años.
La autora es una madrileña de 86 años, viuda, paralítica, que entretiene sus forzados ocios escribiendo en el ordenador historias que le apasionan, y desea compartir. Según ella, su biografía no es demasiado interesante, porque «los pueblos felices no tienen historia».
Sus padres se querían y la querían a ella entrañablemente. Cursó Bachillerato en el Colegio del Sagrado Corazón y empezó Filosofía y Letras en la Complutense. Estudió idiomas en el Briam, y pintura en un estudio. Se casó con un médico, y fueron un matrimonio feliz. Tuvieron siete hijos, diez nietos -uno adoptado, etíope- y seis bisnietos, que conforman una familia unida. Y, por último, agradece a sus padres bautizarla y educarla en el cristianismo, pues se considera católica y se siente feliz de ser hija fiel de la Iglesia.