Severo Dante y sus hermanos siempre habían hecho caso omiso de los rumores sobre el Infierno, un deseo explosivo que golpeaba a los varones Dante la primera vez que veían a su alma gemela. Pero entonces Severo conoció a la diseñadora de joyas Francesca Sommers y quedó atónito por la atracción descarnada, urgente y mutua que sintieron. Francesca, que era una estrella ascendente en una compañía rival, había creado una colección deslumbrante que podría estropear los planes de Severo de reconstruir el imperio de los Dante. Su solución: chantajearla para que aceptara trabajar para él… y algo más, hasta que la candente aventura se enfriara.