En esta obra se reflexiona sobre la necesidad de una educación decolonial en el siglo XXI, cambiando el contenido de los términos educación, instrucción, desarrollo y formación. Analiza la escuela desde una perspectiva decolonial, estableciendo nuevos roles para los actores educativos, quienes deben desplegar procesos no tradicionalistas ni a doctrinantes, mediante un aprendizaje y una enseñanza que permitan configurar una clase decolonizante. Propone decolonizar el proceso pedagógico mediante cinco componentes: intencionalidades formativas compartidas, contenidos curriculares consensuados y estrategias metodológicas, recursos didácticos y evaluación educativa decolonizante. Pensar la decolonialidad de la educación implica plantear y argumentar la emergencia y la urgencia de una Pedagogía Decolonial.