Séptimo grado. En ese momento lo noté por primera vez. La monotonía. Día tras día. Todo me parecía igual. Al pasar los años fue aún más desesperante. Eso marcó la diferencia para el resto de mi vida, y no es que yo estuviese completamente consciente de mi situación mental. Tengo 24 años y, para mi propio desencanto, sigo sintiendo lo mismo que aquel día: la monotonía. El amanecer, el atardecer, la noche, las estrellas, la lluvia, el calor, todas esas situaciones que damos por sentado. Tal vez, si no le prestara excesiva atención...
Beletristika i književnost